Cloudflare traza una línea en la arena: la nueva licencia web apunta a las descripciones generales de inteligencia artificial de Google

Cloudflare acaba de lanzar un desafío en el continuo tira y afloja de Silicon Valley sobre la IA y la web. La compañía presentó su Política de Señales de Contenido , un marco diseñado para dar a los propietarios de sitios web mayor participación en la decisión sobre si su trabajo impulsa los sistemas de IA.

¿La clave? Podría añadir peso legal a reglas que antes parecían sugerencias, una medida claramente dirigida a las Vistas Generales de IA de Google .

Esta política se basa en el antiguo estándar robots.txt, un antiguo «pacto entre caballeros» que indica a los bots qué pueden y no pueden extraer. El problema es que las empresas de IA a menudo lo ignoran, absorbiendo contenido web para entrenamiento o resúmenes instantáneos.

El nuevo sistema de Cloudflare promete ser más preciso, diferenciando entre indexación de búsqueda, entrada de IA y entrenamiento de modelos. Y aquí está el giro drástico: con Cloudflare impulsando aproximadamente el 20% de internet, estas reglas no solo susurran, sino que rugen.

Google insiste en que sus funciones de búsqueda con IA siguen enviando tráfico significativo a los editores. Sin embargo, los críticos argumentan que cuando los usuarios encuentran respuestas directamente en la página de Google, hay menos incentivos para hacer clic.

Es como si te invitaran a cenar y el anfitrión ya se comiera el plato. Uno se pregunta si las editoriales más pequeñas pueden mantenerse a flote cuando los algoritmos se llevan su parte sin pagar la cuenta.

Lo fascinante es cómo Cloudflare se posiciona como el árbitro. Su director ejecutivo, Matthew Prince, sugirió que este marco crea un «contrato», lo que implica que las empresas que lo ignoren podrían enfrentar consecuencias.

Comparen esto con OpenAI, que ya separa sus bots de rastreo para distintas funciones, algo que Prince incluso elogió como más responsable. Esta distinción dice mucho sobre los cambios en las normas de etiqueta de la IA.

Pero seamos realistas: internet está en constante cambio. Nos dirigimos hacia un mundo dominado por los «motores de respuestas», y cada clic es una mercancía.

Una reciente iniciativa de los reguladores sugiere que se están gestando debates sobre si el uso de contenido extraído para IA sin consentimiento debe considerarse uso legítimo o una violación de derechos. El estudio en curso de la Oficina de Derechos de Autor de EE. UU. solo añade leña al fuego.

En mi opinión, la apuesta de Cloudflare es audaz y tardía. La compañía está obligando a gigantes como Google a elegir: respetar las preferencias de los creadores de contenido o arriesgarse a perder una gran parte de la web.

Ya sea que esto provoque un cambio genuino o simplemente otra ronda de disputas legales, marca un punto de inflexión. La pregunta no es si la IA debería aprender de la web, sino si la web tiene voz y voto en cómo se escribe esa historia.

Alma Gonzales
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