
ElevenLabs , la startup de inteligencia artificial de voz que se ha vuelto casi sinónimo de voz sintética, acaba de duplicar su valoración a una asombrosa cifra de 6.600 millones de dólares .
La noticia se dio a conocer cuando fuentes internas revelaron que el personal podrá vender hasta 100 millones de dólares en acciones mediante una oferta pública de adquisición (OPA), según Reuters . Para contextualizar, esto sitúa a la compañía en la misma situación que las empresas unicornio consolidadas con una trayectoria mucho mayor.
Si has estado atento, el impulso de la empresa no surge de la nada. Según se informa, ElevenLabs aumentó sus ingresos recurrentes anuales de 100 millones de dólares a 200 millones de dólares en tan solo 10 meses.
Ahora tiene la mira puesta en 300 millones de dólares antes de fin de año . No se trata solo de una curva de crecimiento, sino de una trayectoria vertiginosa. Y aquí va mi opinión: el ansia de voces generativas de IA no es una moda pasajera; se perfila claramente como un pilar multimillonario de la industria de la IA en general.
Pero aquí está la otra cara de la moneda. Un crecimiento como este no se da en el vacío. Se da en un contexto de debates éticos muy reales.
El cantante de Bollywood Shaan, por ejemplo, criticó duramente la clonación de la voz del legendario Kishore Kumar, calificándola de «cruel», afirmando que faltaba al respeto al legado emocional del artista. Sus comentarios, publicados en el Economic Times , conmovieron tanto a artistas como al público.
Y honestamente, lo entiendo: hay algo profundamente inquietante en escuchar una voz del pasado reutilizada para el mercado del entretenimiento actual.
Sin embargo, no todas las aplicaciones son controvertidas. En India, investigadores del IIIT-Hyderabad han estado desarrollando herramientas basadas en IA para dar voz a lenguas tribales como el santali y el mundari, como parte de la iniciativa Adi Vaani.
Es un ejemplo de tecnología utilizada para la preservación en lugar de la explotación, como informó el Times of India . Ese es el tipo de uso que me hace apoyar a esta industria: no se trata solo de demostraciones llamativas ni de publicidad exagerada, sino de generar un impacto cultural tangible.
Aun así, incluso con historias positivas, la competencia por el dominio se está intensificando. Competidores como OpenAI y Google están incursionando agresivamente en la síntesis de voz, y este sector se ha convertido en un imán para el capital riesgo.
El potencial de esta tecnología abarca desde audiolibros y asistentes virtuales hasta videojuegos y atención médica. Un análisis más amplio en TechCrunch señala que el mercado de la IA de voz pronto podría rivalizar en escala con la generación de texto.
La pregunta más importante —al menos la que no puedo evitar— es si los reguladores y los líderes de la industria pueden seguir el ritmo del crecimiento vertiginoso de la tecnología. La clonación de voz puede empoderar, preservar o engañar, según quién la utilice.
Y en esa zona gris reside la verdadera historia. Puede que ElevenLabs tenga una valoración multimillonaria, pero ¿cuál será el veredicto sobre la responsabilidad con la que la industria gestiona estas voces? Eso aún está en el aire.