
Los influencers generados por IA ya no son simples huevos de Pascua ocultos: son protagonistas, actúan con realismo, publican con regularidad e incluso cierran acuerdos con marcas. Pero tras ese encanto digital se esconde una compleja maraña de dilemas éticos, cambios en el mercado y cuestiones de autenticidad.
Un estudio histórico publicado en el Financial Times destaca esta tendencia y muestra cómo los influencers de IA, con nombres como «Tinsley», están evolucionando hasta convertirse en alternativas ingeniosas y escalables a los humanos para las marcas que buscan tanto control como rentabilidad.
Los actores tecnológicos como Meta, Synthesia y Fameflow AI están lanzando avatares personalizables y soluciones de automatización de campañas que hacen esto posible.
¿Qué impulsa todo esto? Para empezar, los presupuestos. Los amigos virtuales no necesitan descanso, no exigen costosas sesiones en exteriores y siguen los guiones a la perfección. Pero no todo es negocio: estas IA se han abierto camino en el marketing combinando el fotorrealismo con la interactividad personalizada.
Aun así, el toque humano no ha desaparecido por completo. Una marca podría ahorrar en producción con una estrella de IA, pero los estudios demuestran que las personas reales siguen ganando en interacción e ingresos. Y eso tiene sentido: los humanos anhelan la autenticidad, con sus tropiezos y todo.
El problema es el siguiente: a medida que las estrellas de la IA cobran fuerza, pocas marcas revelan su naturaleza sintética. Esta omisión ha generado un déficit de confianza en el consumidor: algunos seguidores se sienten engañados, mientras que expertos advierten de una inminente reacción negativa.
Dejando a un lado la ética, también se está gestando el aspecto legal. Las regulaciones y los estándares de marcas de agua, especialmente para los medios de entretenimiento, aún se están actualizando. La ausencia de reglas claras significa que incluso el contenido bienintencionado puede verse envuelto en aguas turbias si no se garantiza la transparencia.
Luego está la historia de Nexon, la empresa de juegos, que se encontró en problemas debido a los influencers generados por IA en una campaña de TikTok.
Los personajes que la gente asumió que representaban streamers reales resultaron ser sintéticos. Ahora hay investigación en curso sobre cómo esto se filtró al sistema de verificación de TikTok.
Todo esto es más que una moda pasajera. Las marcas se están adaptando a la flexibilidad de los influencers de IA —perfecta para campañas microsegmentadas y actividad 24/7—, pero la pregunta es si el público aceptará el cambio.
La generación Z, nativa digital, puede explorar contenido impulsado por IA, pero a menudo exige transparencia y “ser real”.
En mi opinión, los influencers de IA son una frontera fascinante, pero las marcas que ganen a largo plazo serán las que equilibren la innovación con la honestidad.
Si la confianza continúa deteriorándose con píxeles perfectos y cero divulgación, podría ser contraproducente rápidamente. Asegurarse de que el público sepa con quién o con qué interactúa no solo es ético, sino también una estrategia empresarial inteligente.