
La gente no para de preguntarme: «¿Cómo se consigue algo nuevo con estas herramientas de IA? ¿No producen todas lo mismo?». La verdad es que lo entiendo.
El truco no es la máquina, sino cómo le hablas. Las indicaciones son la clave, y cuando sabes cómo manipularlas, de repente todo se siente menos como programar un robot y más como improvisar con un compañero tan peculiar e impredecible como tú.
Aquí tienes diez ideas que he probado, roto, reconstruido y, a veces, simplemente me he topado con ellas por casualidad. No son reglas, son trampolines. Úsalas, ignóralas, dóblalas; simplemente no juegues a lo seguro.
1. “Dilo mal y luego corrígelo”
primero escriba una historia o resuelva un problema de forma incorrecta . Luego, dile que «reescriba, pero se corrija». Es un poco como enseñar: termina explicando con más claridad porque tiene que corregir el rumbo. A veces, los errores son la magia.
2. Añade una voz que no pertenece
Imagina a Shakespeare despotricando sobre los comentarios de TikTok o a un monje zen criticando las presentaciones de startups. Al incorporar personajes inesperados en contextos modernos, la IA genera texturas insólitas que jamás podrías predecir. Es como chocar dos mundos y observar las chispas que surgen.
3. Empieza por el medio
En lugar de «escríbeme una historia sobre…», simplemente di: «El cristal ya estaba roto, pero nadie se había dado cuenta». La IA se ve obligada a aplicar ingeniería inversa al contexto. Obtienes una escena con tensión incorporada, no una exposición aburrida y desbordante.
4. Contradicciones de la demanda
Dile que escriba algo «inspirador pero también profundamente cínico» o «romántico pero emocionalmente distante». Esas intersecciones desordenadas son donde habitan los sentimientos humanos. ¿Respuestas perfectamente limpias ? Inútiles. ¿Respuestas desordenadas y contradictorias? Así es la vida.
5. Utilice estados emocionales, no sólo tareas
En lugar de pedirle que «haga un plan de comidas», intenta: «Dame un plan de comidas para alguien que se siente solo pero que intenta cuidarse». El sutil matiz emocional se cuela en el resultado. El plan de repente se siente más humano.
6. Desplaza los sentidos
La mayoría de las indicaciones son visuales. Dale la vuelta a eso. Dile a la IA: «Describe este mundo solo a través del olfato y el tacto». Impulsa caminos creativos que sorprenden incluso al propio modelo. Una escena de amor solo a través de la textura tiene un impacto muy diferente.
7. Pídele que discuta consigo mismo.
No solo pros y contras, sino que literalmente dice: «Organiza un debate acalorado entre tu lado optimista y tu lado pesimista». El intercambio es muy vivo. Encontrarás matices que la IA no detectaría si solo enumerara viñetas.
8. Sea hiperespecífico y luego absurdo
No digas «escribe un poema». Di: «Escribe un haiku sobre calcetines que siempre pierden a su pareja en la secadora, narrado por la propia secadora». Ahí es cuando la IA muestra su creatividad lúdica, casi infantil. Una caja pequeña, grandes fuegos artificiales.
9. Introdúzcalo en modo memoria
No es un recuerdo real; solo pídele que «recuerde la primera vez que soñó». Ese pequeño truco de ficción le da a la máquina un sonido humano. Obtendrás líneas inquietantes, vulnerables, incluso un poco inquietantes.
10. Romper la cuarta pared
Pídele que describa lo que piensa mientras genera. La IA emitirá metapensamientos sobre su propia «imaginación», lo que, de alguna manera, le da a la pieza un carácter complejo y extrañamente íntimo. Como si susurrara secretos tras bambalinas.
¿Por qué molestarse con todo esto?
Porque la verdadera alegría no está en exprimir al máximo la eficiencia de una herramienta, sino en encontrar momentos en los que te sorprende o, mejor aún, te hace sorprenderte a ti mismo.
Cada vez que me siento a experimentar con un generador de IA ingenioso desde el principio , me recuerdo: no se trata de obtener una respuesta perfecta. Se trata de generar algo nuevo con lo que pueda trabajar.
La IA no vivirá ni sentirá por nosotros. Pero si la tocas con el dedo, te dará un espejo torcido. Y a veces, al mirarte en ese espejo, ves partes de tu propia voz que no sabías que estaban ocultas allí.